Sin remordimiento,
como un asesino,
he ultimado sinos
de amores sinceros;
pechos que me dieron
todo su latido,
clamor de suspiros,
entraña de besos
y, agónicos ellos:
sangre de cariño.
De fonos nocheros
a veces me llaman,
pero solo callan
cuando los atiendo.
Si estarán sufriendo
mis pobres fantasmas
que en mi voz borracha,
hallan su consuelo.
Mudos, sin lamentos
ni suspiros, nada.
Y yo no me juego;
a ninguna nombro
que si me equivoco
y su nombre yerro,
seguro que ofendo
justo a la que adoro.
Ternuras evoco
y próvido sexo,
pero, ¿cómo acierto
de mil que memoro?
Domino las ansias
y corto en silencio
por ley de criterio
de Don Juan en falta;
que con su nostalgia
de lo lindo y bueno
roto en adulterio
a la que más ama,
es otro fantasma
del pasado muerto.
A veces padezco,
bebiendo añoranza,
la utópica hazaña
de ser mujeriego;
pues nunca sé cierto
si eres tú quien llama.
!Mal rayo me parta!,
-gruño y me lamento-
y me desvanezco
con la luz del alba.
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Toutes les droites appartiennent à son auteur Il a été publié sur e-Stories.org par la demande de José Luis Remualdi.
Publié sur e-Stories.org sur 08.11.2014.
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