Joel Fortunato Reyes Pérez

ENCARNIZARSE TURBULENTO... (Neosurrealista)

ENCARNIZARSE TURBULENTO
(Neosurrealista)


Junto a los negros muros, y el agua huyendo, desbrumaré mis ojos,
donde te iba meciendo con estos brazos interiores, liebres, venados y un canguro.
Era bello, incandescente, sumergido en la noche ciega, entre las pupilas de aquel gato,
ya estrechando  la serpiente cada pluma, desplomando
al sendero que  buscaba, y solo me sirve cargada con los púrpuras,
de un violín con un limón muy jubiloso.

Cansado, dijo, un olmo sosegado,
en donde puedo platicar con más cuidado, y exacto el cuerpo de la nube pierda el ritmo,
que se levanta entre los árboles redondeados y deformes,
y a través de la máscara de plata , nada deje a  la claridad con la fuente.
Nada ya ocultas,
de las voces del fuego. Por el fiel silencio, ácido,
de nobles árboles,
por mí amados, donde el camino imperó con el murmullo del bosque,
y amarilla la queja febril del animal.

Por eso, roza la frente del vasto territorio del desvelo, entre las esquinas,
y los cuadros alegres, porque aún ahí,
extrañamente de mis dedos fluye el follaje, danzando agonizante,
mientras los recuerdas desayunan el rostro de las primeras arañas.

Siempre he sabido que tañían desde las torres, a los tenedores y cucharas,
donde  se asoma el genio, dulce, del menor marzo en el suspiro del zorro,
del mal aliento hecho una súplica..
Pero no es, ni siquiera la luz con látigos que atraen, ni a la miel,  ninguna mosca.
Me lo dejé olvidado
en una tierra, en un párpado  rojo de olivares,
en faldas donde todo es más claro, por el dolor de la cabeza, donde teje al grillo.

Déjalo sollozar. Con la identidad del cepillo.
¡Que se duerma, que camine en despoblado y luego olvide cualquier reloj al derretirse!.
Ya derrumbaré y desbrumaré los ojos al microscopio,
pues va de una rodilla a otra,  como una vieja uva en el panteón.
y desnudándote te miraré con olvido,
y ahogaré algunas  palabras  en los racimos de la ventana,
mientras el azul piense que no es gris, donde se hace y come un corazón de geranio,
y charla de los perfumes de azafrán, porque es más bello,
y ahuyenta pétrea  la piel de un recuerdo que añora su noche.

Pero, no hay ya ley en el subsuelo, ni tiene hambre ese lago, ya  que somos tan inteligentes, como los mínimos gusanos con calentura estando de rodillas,
y más que libres para elegir entre la nada, el vacío y una simple nulidad invisible, con la  promesa de un destino en camiseta,
donde yace la duda, y le tuerce el pico a una cadena que huye despavorida.

Fugitiva como la noche en el fondo marino, de una pesadilla azucarada, aunque menos láctea que en otras ocasiones, aunque de ello nada sepas.
¡Vaya!. Ahora lo nulo, es de pocos nudos y hace cálculos en el bolsillo,
porque  seguían el animal y el arbusto, esa cosa, menos líquida ayer,
donde el jardín corto, dormía su pan.
Así verán que hago girar inquieto,
al vértigo, con un pequeño látigo,
en el botón rojo del suspiro, escribiendo su historia al fósforo,
de cualquier pequeño puñado de blancos bailes,
con los cristales rotos de los hombres en oferta,
y junto al parque olvidado, que ya no existe,  por haber salido tarde.

*************

Toutes les droites appartiennent à son auteur Il a été publié sur e-Stories.org par la demande de Joel Fortunato Reyes Pérez.
Publié sur e-Stories.org sur 10.10.2019.

 
 

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