Karl Wiener

La victima de su propia malicia

 
       Un buen día el maestro dijo: “Mañana no estaremos sentado en la escuela. Utilizzaremos el buen tiempo y aprenderemos de la naturaleza.  Mañana habremos una caminata. No olvidéis del pan por la comida y poneos botas robustas por que marcharemos a las montañas.  Los escolares se pusieron a gran júbilo.  En especial Anselmo se alegraba y esperaba el día siguiente con impaciencia, por que le cuesta estar sentado  qietamente en el banco.  
       Como fijado, los niños se reunieron la mañana siguiente delante la escuela, al hombro la mochila con la comida en lugar de los cuadernos y libros. El maestro, después de estar convicto que todos los niños se habían reunido, pidió a ellos que se marchen y el grupo alegre se puso en movimento. Risa, parloteo y una canción activaban los pasos. A veces el maestro se detenía y reunía los niños para indicar cualquiera cosa particolar. Una vez explicaba una flor, otra vez un lagarto que tomaba el sol sobre una piedra. De ese modo los caminantes no se hacían cargo de la pendente del camino. El sol arriba en cielo hacía correr más de una gota de sudor de las frentes.
       Finalmente un lugar sombreado invitó al descanso y a la benemérita comida. Los niños consumieron con gana el pan, que habían traído en el muchilo, y apagaron la sed, bebiendo el agua limpio de una fuente a la margen del camino. El maestro se vio motivado a explicar el ciclo del agua. “Niños”, la instrucción comenzó, “cuando el agua se calenta en la marmita de vuestra madre, vapor se escapa. Llegado al vidrio frío de la ventana, el vapor condensa y se baja por el vidrio in forma de gotas. Seguramente habéis observado ese proceso. No es  diferente en la naturalezza. El mar es la marmita del sol. El agua en el mar se calenta con el sol, vapor se sube al cielo y el viento le  impele in forma de nubes sobre el país. Estas nubes se refrescan encima de las montañas perque hace más frío en alto que abajo. Se forman gotas de agua que caen a la tierra como  lluvia o como nieve. El agua de la lluvia o de la nieve fundiendo se recoge  en  regueros y se filtra en las hendiduras de la roca. Más bajo, a la base de las montañas, el agua reaparece en veneros y fuentes, corre en riachuelos abajo al valle para reunirse a un río que desemboca finalmente de nuevo en el mar. El hombre”, el maestro acabó, “el hombre se mezcla en ese ciclo, dirige el agua por tuberías a sus casas y, si quiere se aprovechar de ese regalo de la naturalezza, debe solamente abrir el grifo y el agua corre en sus ollas.”
       Los niños habían escuchado atentamente al maestro. Más de uno se había admirado ya de mucho tiempo de donde llegue el agua que sale del grifo abierto. En el momento cuando la clase partió para bajar al valle, Anselmo se deslizó. Estaba el bufón de la clase y reflexiona siempre como dar un chasco. Esta vez intentaba pasar un regalo por su parte al maestro y mezcló sus aguas proprias en el ciclo natural. Para decir la verdad, Anselmo orinó en el pequeño reguero al margen del sendero y se alegró con la idea que el maestro, retornado a su casa, abrirá el grifo para gozar los regalos de la naturalezza al cual él también había contribuido .
       Los niños caminaban riendo y bromeando abajo al val. La marcha abajo era menos cansando de la ascensión, pero el tiempo caliente había hecho sed y también la ciarla incesante contribuía su part. Los paladares estaban seco y deseaban un trago del agua fresco. A la base de las montañas murmuraba  un agua manantial. Los niños se dieron una carrera, gritando de alegría en esperanza de poder apagar el sed. La lengua del Anselmo también estaba adherido al paladar seco. Como los otros él también se reclinó sobre los aguas burbujeandos. Per0 se erguió de repente. El pensiamento de la consecuencia de su malicia, que podría salir a la luz justamente en esta fuente, le cayó como un relámpago a él. Se marchó avergonzado aparte y prefirió la sed al vivir con la idea de haber bebido de su propria agua. Pasaba mucho tiempo antes que Anselmo pudiera saborear sin escrúpulos de los regalos de la naturalezza.
 
 

Toutes les droites appartiennent à son auteur Il a été publié sur e-Stories.org par la demande de Karl Wiener.
Publié sur e-Stories.org sur 18.11.2007.

 
 

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