IMPROVISANDO EN CINCO MINUTOS

Si no soy el ser más feliz de la tierra, debo ser el segundo o por lo menos el tercero. ¡Perdón! ¡Estaba bromeando! Comenzaré de nuevo... Voy surcando un mundo interior que no habla ni responde, únicamente avanza con prisas, con mucho desorden; hasta reencontrar en la descarnada mirada triste de tantas personas que quieren reír y ya no saben. Porque en lugar de tirar para adelante, zozobramos por un asfalto impregnado en desolaciones. ¡Benditos los poderosos que juegan a la ajedrez con sus peones! ¿De ellos hablará el cielo después, cuando la memoria se nos borre? ¡De tanta humildad quisiera que fuera un hombre! Y en mi silencio no quiero gritar o humedecer con ojos las lágrimas, porque no es el corazón quién llora ahora, sino la eterna lágrima hecha esencia. Desmemoria histórica que jamás aprende de anteriores civilizaciones. ¡Hay tanto por decir! Empezaré nuevamente... Reflexionando marcho, porque no hay otra manera; moldeando entre pensamientos, imantadas palabras. Seguramente nunca sirvan, se disipen, seguramente mueran plomizas bajo una capa demasiado blanca. ¡Qué importa, aunque no salven a nadie de sus desolaciones! ¡Aquella desolación más amarga que siempre juega con la muerte! ¡Qué interés no económico, conjugaría aportando imaginario granito de arena, si no se abre a otros labios ni se lee ni se responde ni se atiende para otras reflexiones! Sólo sé, que mientras silencio, son las horas murmuradas quienes me acompañan al lugar de ninguna parte.      
 

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