El poder del silencio

Emocionada estaba, por verte de nuevo y declararte lo que siento. Nunca pasó y sola me quedé. Era el día perfecto, aunque no hubiese ese mágico vals, que marcaría un comienzo entre nosotros dos. Pero la cruel realidad se chocó ante mi.
Siempre me cautivaste, desde el primer momento. Tus ojos esmeralda, se tropezaban con los míos, que caían más abajo del suelo, queriendo esconderse, como si unos fuertes focos los intimidara en medio de la oscuridad. Sin saberlo, esos focos eran tuyos, y me cegaron, perdiéndoles el rastro.
Después, necia, te buscaba entre el insípido gentío, como quien busca diamantes en el hielo. No aparecías. Eras un llamativo espectro sin nada especial. Un fantasma perturbando mi existencia de la más sensual y extraña forma.
Deseaba que vinieras esa noche, y al presentarte, se notaba que no pertenecías a ella. Perfumabas el aire con una elegancia persistente, convertida en melodía dentro de mi mente, repitiéndose y atrayéndome hacia ti. Yo te correspondía, al ver cómo me contemplabas de arriba abajo, de reojo, pero me contemplabas. Como el que admira a una dama, deslizándose entre la muchedumbre, y, sin saber por qué, se dirigía hacia él.
Nada tenían en común, solo se querían, con la mirada, con la sonrisa. Pero nunca se dijeron palabra alguna, creándose un espacio que separaba sus dos cuerpos más y más.
Él la invitó a bailar hace mucho tiempo, cuando aún no sabían lo que era el amor. Y ahora, que lo tienen delante, siguen sin unir sus destinos. Así que el silencio habló, desvaneciendo la esperanza y el comienzo de un bello cuento de hadas.

• Lire d´autres travaux de Bianca Filofteia
• blancapopescu503gmail.com(Spam protégé - Ecrit s´il te plaît le eMail-Adresse par main)