Olvídame

Que el amor y los sueños nos llenen de gracia, que el gozo y la fantasía se fundan bajo el infinito que se posa allá, detrás de mí y de ti, detrás de nuestros miedos, nuestras esperanzas, esas que se esconden allá, en aquella inmensidad o en aquel infinito que algún día nos prometimos. Que se recorran a ellos mismos y se conozcan, así como nosotros nos conocimos. Que el aire se lleve tus miedos y los levanté con un suspiro, que la música suene, que el aire respire, que el amor sienta y que las sonrisas sean descubiertas. Finalmente, que tu alma y mi alma sean apaciguadas por la levedad de nuestras almas, esas mismas que perdieron su horizonte y que en ese mismo momento se vieron crucificadas bajo la muerte de nuestra esencia, la que perdimos algún día. Cuando me encuentres recuerda que no fuimos uno solo, fuimos vida,  fuimos música, fuimos tristeza y alegría, fuimos lágrimas, fuimos sueños y esperanzas, fuimos tú y yo, aquellos que se conocieron y se perdieron, aquellos que lucharon y de repente se hallaron inmersos en vacíos, en derrotas. Cuando me encuentres, si es que lo haces, olvídame. Si acaso la tierra te lleva un aviso, olvídame, olvida todo lo que un día fuimos, olvida que nos perdimos, que nos hicimos daño y matamos la música que avivaba la pasión de nuestras manos, esas que se encontraban continuamente, las mismas que crecieron y murieron juntas. Olvida que fuimos sueños, que fuimos nuestro propio claro de luna, que más que amarnos nos odiamos, que más que pensarnos nos soñamos, que más que tocarnos nos sentimos. Sólo recuerda que fuiste mi mejor historia, mi mejor libro, mis mejores versos, pero mi peor olvido. 

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