No hay año que no te recuerde.
No hay mes, semana, día
que no te recuerde y eso gracias a ti,
que no eres nadie ahora en mi vida.
Digo gracias a ti, porque te fuiste
a encontrar contigo misma envuelta
en tu velo de alcohol y locura
en un invierno en que el frío quemaba
tanto que, como última atención
y caricia, me hizo alzarte el cuello
del abrigo y ajustarte los guantes de lana.
Te vi en la ventana del ómnibus
mirándome con desconsuelo
y supe que te estaba condenando
pero no podía más contigo; la vieja garra
de tu vicio recrudeció y te agarró
y no pude soltarte porque tú no podías
ni querías ayudarme.
Igualmente caminé un tiempo a tu lado
alternando sicólogos, médicos, magos, fe,
en dios y en ti, aun siendo ateo,
para curarte mientras me pedías perdón
y reías a mis espaldas con el diablo
en tu botella.
Por eso, gracias a ti,
no eres nadie ahora en mi vida
aunque no haya año, mes, semana, día
que no te recuerde con lo mejor tuyo
surgiendo de tu cáscara viciada
y demencial. Tú, que tanto me diste.
Entonces pienso: cómo te dejé ir,
cómo no te retuve a pesar de todo.
Pobrecita, qué será de ti hoy en la vida.
Se me clava también este remordimiento
de pensar que para bien, cuánto mal
hace a veces la cordura.
No, no debí dejarte ir;
debí haberte ayudado y ayudarme
a ya no sufrir de la única forma posible:
debí habernos matado por amor
y un poco de paz. Pero si en mí había
un algo de Romeo, en ti ni señas
de Julieta, y lo entendí
Safe Creative: 1412222819626
Toutes les droites appartiennent à son auteur Il a été publié sur e-Stories.org par la demande de José Luis Remualdi.
Publié sur e-Stories.org sur 22.12.2014.
Contribution antérieure Prochain article
Plus dans cette catégorie "Drogues et dépendance" (Poèmes en espagnol)
Other works from José Luis Remualdi
Cet article t'a plu ? Alors regarde aussi les suivants :