Humo

Fumo y oigo cantar a Antonio Flores, cierro los ojos y el que canta eres tú, mal, como siempre, como yo.

Miro el sofá, el sofá en el que declaré mi amor por ti y tu el tuyo, el tuyo por ella. El humo nos rodeaba, parecía que se había parado el mundo para nosotros, para lo que nos dijimos, a veces sin mirarnos, a veces sin hablar. Un mundo parado en el que mi alma llegó a rozar la tuya y mi cuerpo, derrotado, tomaba consciencia de que jamás sería tuyo. Yo recordando los momentos que habían sido tanto y tú, mirando al mar, con los ojos llenos de culpa por esos momentos. Estábamos tranquilos, no se si por el efecto del humo o por si éramos conscientes de que iba a pasar mucho tiempo sin paz, de que todo cambiaria, que nada volvería a ser como antes.

Pienso en si te mentí, cuando dije que te preocuparas por mí, que fueras feliz, que era lo único importante… Los ojos se me mojan, lloro por fin, dejando que las gotas caigan sobre mi, como se hace con las lagrimas de verdad, las que salen de la boca del estomago, las que arrancan el dolor del corazón. Dejo que el tiempo las seque, dejando marcas en mi cara, como se que pasara con mis heridas, despacio, como la experiencia me ha dicho que pasan las cosas.

Una semana, un mes, un año, desaparecerás de mi vida, no sabré más de ti. Volarás lejos de mí, probablemente de ella también, los tres no seremos más que un recuerdo. Una instantánea borrosa, de nuestro ultimo año, de cuando aun se podía soñar, antes de que todo cambie, de que llegue el momento en que solo quede saltar, y vivir.