Angels Vinuesa Fernandez

“...Vacaciones por el morro...”

            Nunca la palabra junto, pudo tener tantos significados. Cuando a una le dicen  “quiero   estar junto a ti “, se supone  que quiere decir  al lado, pero cuando se trata de tener un apartamento junto al mar o veranear junto  la playa  la cosa cambia, no digamos cuando se trata de un hotel en primera línea.

 

Yo entiendo que primera línea  quiere decir que cuando te levantas  por la mañana  lo primero que ves es el mar  y no, un edificio de diez plantas  que justamente construyeron el año pasado

 

¡Pues, mire usted que mala pata!

 

Y piensas que si eso es  primera línea, que será la segunda o la séptima, y quizás por el mismo precio están incluidos unos prismáticos para que puedas ver la playa.

 

Eso sirve también para dar explicaciones a los desconocidos:

 

¡Oye ¡¡Qué me he comprado un apartamento junto al mar!, y posiblemente  para llegar a la playa  tengas que coger  el coche  o la bicicleta, porque para ir... bien, pero  de vuelta ¡cualquiera llega con la solana!...

 

O resulta que esta al lado de la vía del tren, que siempre dicen que no se oye nada, pero cuando pasa el Euromed, resulta que  se mueve hasta la fotografía de la abuela

 

 ¡Y a esa no había quien la moviera!

 

Te dicen que casi no pasan trenes y cada diez minutos pasa uno, encima los pasajeros  con sorna te saludan y si te descuidas  el revisor te pide el billete.

 

Una cosa parecida  pasa con las dimensiones, yo no he visto que los 90 metros cuadrados  se redujeran tanto al verlos, porque 90 metros cuadrados  no es ningún palacio, porque cualquier piso de protección oficial los tiene, y tú que vas con esa idea, resulta que el apartamento  de 90 se ha convertido como mucho en 50. La cocina es americana, que queda muy bien, pero en realidad está en el salón para ahorrar sitio.

 

Las habitaciones son tan minúsculas  que hay que poner los niños en fila para que entren, y a la voz de ¡Ya! Que se giren todos  la vez. Eso sí, una estupenda terraza, como mucho, un balconcito  y ¡a dios gracias!

 

No digamos de la insonorización de las paredes, hechas de papel de fumar, sin ninguna dificultad  estás al tanto, de los pormenores de los vecinos, que si son tranquilos y mayores, pues ¡nada!, pero si son jóvenes y fogosos, quizás se produzca algún tipo de resquemor con  la pareja, más que nada por la asiduidad y sonoridad de sus relaciones y jadeos.

 

Lo de la piscina ya es un lujo, nunca dimensiones olímpicas dejaron de serlo, y en horas punta hay que coger número como en  el mercado para bañarse. Las otitis  y los hongos están  asegurados.

 

Pero lo mejor del todo es que  te digan que es tranquilo. ¡Claro! te lo venden en invierno y en esa época no hay ¡ni dios! Pero cuando llega el verano, resulta que no te has fijado, pero justo debajo de tu balconcito, hay un “pub” y por la noche cuando intentas dormir  y el calor te deja, es cuando abren, Toda la noche “Chunda, chunda “, cuando no peleas y voces... Y al final dices ¡de perdidos al río!, y te pasas las noches estivales  haciendo un movimiento sexi o practicando el deporte de la barra fija.

 

Pues a pesar de todas estas dificultades, comprarse un apartamento  sigue siendo un peligro inminente, ya que este año se ha puesto de moda (no practicar sexo) sino. Ir de “vacaciones por el morro”, es decir sin pagar  ni un duro.

 

Si la familia se entera que te has comprado uno, aunque las características sean las antes descritas, seguro que te llaman por teléfono, ¡cosa que no han hecho en todo el año! ni por tu cumpleaños y te dicen que quizás ¡se pasen unos días, y se pasan todo el mes con la excusa! ¡Que no nos vemos nunca! encima tienen la poca delicadeza de decirte: ¡Es pequeño el apartamento, eh!

 

Puedes hacer dos cosas: desconectar el teléfono o dar la dirección equivocada, y como las urbanizaciones son todas iguales, con un poco de suerte se pasan un par de días dando vueltas  y eso que te ahorras.

 

Porque el apartamento se llenara de familiares como si fuese un hotel y como el espacio  es reducido, ¡para que vayamos a negarl!, para dormir, tendrás que poner colchonetas hasta en el balconcito y en alguna ocasión  dormir con la puerta abierta.

 

Eso tiene  una ventaja, los ladrones no entraran a robarte, más que nada  porque no podrían poner los pies  en suelo firme, ya que los 50 metros  de apartamento están aprovechados al milímetro.

 

Lo peor es lo del cuarto de aseo, normalmente uno y pequeño, cuando la tropa se empieza a levantar  y a ocuparlo, ¡tu! Propietario del apartamento siempre te quedas para la última tanda , y si por casualidad  padeces incontinencia urinaria, más te vale que te vayas directamente a darte un chapuzón al mar, por no esperar más y así mientras vuelves  practicas un poco de “footing”.

 

Las horas de las comidas tampoco tiene desperdicio, eso de. ¡Donde comen dos comen cuatro ¡ es bien cierto, ¡Pero no diez!. Pero  ya  se sabe, en verano te arreglas con cualquier cosa, sino siempre puedes ir  a hacer un picnic en la playa.

 

La verdad es que las vacaciones se han puesto carísimas  y eso de ir de hotel no esta de moda, así que lo mejor es ir a casa de la familia  que para eso es de tu sangre y donde estén que se quiten los extraños...

 

Y encima la ministra estará contenta.

 

Angels Vinuesa  

 

 

 

 

 

Toutes les droites appartiennent à son auteur Il a été publié sur e-Stories.org par la demande de Angels Vinuesa Fernandez.
Publié sur e-Stories.org sur 24.06.2005.

 
 

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