Carlos Mª Martorell de la Puente

Todos como monos saltarines

 Las cucarachas forman una costra negra y obstruyen mi boca como un tapón de corcho. No la puedo cerrar, pero tampoco puedo hablar con claridad. De las nubes llueven colillas encendidas y bolitas de arroz. Que sensación, doctor, que sensación, me tomaba las pastillas y un escalofrío me recorrió mi cuerpo, me sacudió. El jarabe se engancha en los dedos, parece esperma de pez. Me tomaba la medicación y los angelitos con sus alas “transpícuas” acariciaban mi alma. Qué sentimiento, qué pasión, que arrebatados instantes de plenitud gozosa extasiada delirante y satisfactoria. Como orinar en el mar. Como un limón en el agua. Mire doctor que trayectoria, que cuadro tan compensado, que acatamiento el mío, soy decididamente un espiritual. Siempre tendremos para fumar con esta pensión tan generosa. Mire doctor, los peces en el río también hacen el amor. Me tomaba la pastillas delicuescentes, el dulce jarabe, las gotitas entrañables con las burbujitas efervescentes, los comprimidos compactos, me hacían las analíticas pertinentes y ése sentimiento tan grande se apoderó de mí, esa pasión, esa plenitud, ése gozo infinito. Las cucarachas ruidosas masticaban cortezas fritas recorriendo el suelo de la cocina y no encontraba mi picha en la oscuridad. La luz exploto en mil cristalitos que pise religiosamente a ciegas, tenía otra vez ganas de orinar, maldita suerte la mía, maldita suerte la mía. Me firma un autógrafo, señor doctor, si es tan amable, siempre le he admirado, con su paciencia infinita, sus silencios prodigiosos, cuando pone esa carita como si contemplara una peculiaridad reciente y me dice susurrando en el oído: ingrésate una temporada larga, te sentara de perillas, chico.
 
TODOS COMO MONOS SALTARINES NOS ABRIMOS PASO HACIA EL REINO DE LOS CIELOS. Todos con la sonrisa en el rostro, la canción en los labios, agitando en los brazos y en las manos un puñado de flores, con la gracia perfecta, con la pauta correcta, con nuestros hijos y nuestras mujeres, con la conciencia limpia y marcando los pasos. Todos con nuestro kit de resurrección por si falla algo, quién sabe, con una cantimplora con agua, el cinturón de supervivencia, vegetales y sándwiches de atún para el viaje. TODOS GOAZAMOS DE UNA VIDA PLENA Y DE MÍSTICOS RELÁMPAGOS REVELADORES. Jesús ayúdame, perdóname, Jesús, perdóname. Empiezo a ver la luz, empiezo a ver la luz, estaba en el suelo borracho, inconsciente, y el grupo de adolescentes me pateaba la cabeza y se disponían a prenderme fuego, empiezo a ver la luz, qué feliz que soy con mi nueva bicicleta y mi pelota neumática. Empiezo a ver la luz, señor, empiezó a ver la luz, estaba colocado en el burdel, se me fue la mano, empezé a hostiar a aquella puta que se rió de mi pito, la golpeaba cada vez con más rabia hasta que apareció su chulo con un arma y me encañonó y me voló los sesos, empiezo a ver la luz señor, empiezo a ver la luz, qué felices seremos los dos. Jesús ayúdame, perdóname, Jesús, perdóname. Maté a aquella muchacha que hacía auto stop en la carretera luego de violarla repetidas veces escuchando aquellos gritos lamentables, señor, perdóname, empiezo a ver la luz, empiezo a ver la luz.
 
Mi amor cruza el aire con sus silenciosas alas membranosas de mariposa policromada, su cuerpo tan frágil y ligero, levantando ese susurro imperceptible, silente y coloreada con extraños dibujos y tatuajes. Su vuelo me hace feliz, sus dibujos en el aire. Cuando se posa en su mesa de trabajo y se lava cuidadosamente sus patitas quebradizas, parecen las frágiles antenas de una abeja. Se pone a divagar sobre el fin del muro, la libertad, qué vulnerable es el hombre, el circo romano y la programación de la filmoteca. Mi amor puede morir quemada  parpadeando en una bombilla ardiendo o ahogada en un vaso de zumo de naranja azucarado. La vida es cruel.

Toutes les droites appartiennent à son auteur Il a été publié sur e-Stories.org par la demande de Carlos Mª Martorell de la Puente.
Publié sur e-Stories.org sur 05.03.2011.

 
 

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