El gran dragon

Había una vez, un gran dragón, una criatura tan grande, que era capaz de tapar ciudades enteras solo con su sombra. Tenía más fuerza que un millar de hombres y no había ningun otro ser que se pudiera enfrentarse a él, ni un solo ser que no le tuviera miedo, que no tuviera miedo a su mirada.
Pocos le habían visto los ojos y lo pueden aún contar. Algunos dicen que son negros, como el alma que se esconde bajo su piel, pero otros opinan que son losa de un niño, los de un niño al que no han educado.
El gran dragón tenía mucha fuerza, pero a pesar de ello lloraba, y tenía miedo, miedo a la soledad, a que nadie le apreciara, miedo a que nadie se sintiera feliz gracias a él. Él era el único dragón que quedaba, y lo único que hacía era matar, pues es lo que ha hecho desde que nació, ya que se metían con él, porque era feo, porque no hablaba, porque era distinto, da igual, se metían con él desde que coió el primer sorbo de aire, el primer bocado de vida.
Aora está solo, y no siente nada dentro de su corazón, excepto oscuras tinieblas que le castigan cada noche, cada noche que no sueña, cada día que tiene que matar.
Él no quiere, pero esas tinieblas y recuerdos le obligan ha hacerlo, pues era un dragón, un gran dragon feo y distinto, pero los dragones son así.
Había una vez... un dragon con corazón.


Manuel Pérez Moreno.
la pregunta es: ¿que simboliza el dragón?

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