Cautivos de la palabra,
cautivos de nuestros versos...
Aires de inquieta inocencia
si te miro sin mirarte.
(Habrá quién diga, proclame
sensato, que es imposible.)
Y quién afirme no sabe
que no son ojos culpables;
si quién queriendo, convence
cuando mi alma puede ver,
temerosa de perderte.
¡Sin novedad en la vida!
(Dice la mente al diente.)
Brumas inundan mi cuerpo.
Todo se enmudece lento.
(Yerto, subsisto tranquilo.)
¡Cuántas veces deseé
y en cuántas te fui soñando!
(Anoche un rayo luminoso
me desnudó tu recuerdo.)
Y si el alma te rescata
nuestra remota amistad,
rompe con aquellos remos
que echamos al beato miedo.
Porque en el tiempo dejé
a mi corazón flotando.
¡Tantas veces te quise
y en cuántas perdí tus besos!
(Anoche la luz de la luna
me sacó más fríos mis labios.)
Toutes les droites appartiennent à son auteur Il a été publié sur e-Stories.org par la demande de Vicente Gómez Quiles.
Publié sur e-Stories.org sur 03.12.2011.
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