Carta Ultima

Febrero 19, B. Aires 1937

Bajo los escombros del Aue’s Keller una hoja de La Nación rescata una columna crítica de Leopoldo. Los cuerpos no gozaron de tal suerte y resuenan ecos de alguna tertulia apasionada. Se oye un estampido. Restos de un ejemplar de Babel sentencia en su tapa una acusadora foto de Federico. Huele a pólvora.

Más y más imágenes se suceden sin razón, acuciantes, vertiginosas….

Creo despertar y ahora, recuerdos de un lejano 14 de diciembre me agobian...me rodean... me invitan.

Es una calurosa mañana. Me sorprendo húmedo, cansado y solo, aferrado a mi almohadón de plumas.

No hay selva y falta el aire.

Un intenso sabor a almendras amargas me ahoga y contrasta con el dulce sueño que me espera.

Mi querido amigo,
mi interior es un vasto desierto habitado por fantasmas. Ud. sabe que “morir y callar a tiempo en el arte, es un don del cielo”.

Le hago llegar el mismo abrazo y cariño de siempre. Hágalo extensivo a los “hermanos”.

H. Quiroga

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