Tanto esperar, cada año
para que esos días se deslicen
entre los dedos, en un suspiro
como un río nocturno
este año fue distinto
por el extraño color del cielo
por las lluvias incesantes
que invocaban viejos temores
y la presencia, tan deseada
se transformó en una sensación vaga
en un recuerdo impreciso, intuido
que desapareció en segundos
con el viento,
entre la hojarasca
tanto esperar, para que los signos
se perdieran entre la muchedumbre
entre sudores y desconciertos
en la complicidad del cansancio
el inicio de la estación
se estrelló contra la ausencia de asombro
de una ciudad que cambia de piel
en su ignota batalla contra el sinsentido
el inicio de la estación
se dejó llevar como un río nocturno, sin prisa
en la hora somnolienta
la hora de los gatos pardos
y humedeció
algunos corazones
y la presencia, tan deseada
se transformó en una brisa de melancolía
en un recuerdo triste, una sombra
que agitó su manto
entre los árboles,
al caer la tarde
Otoño llegó, como un río nocturno
y humedeció
algunos corazones
después de todo,
aún flota la maravilla
es un susurro de vida
que revolotea con las hojas muertas
y la presencia, tan deseada
encontró refugio en la nostalgia
y sembró nuevamente una semilla de luz
que será raíz
en las futura miradas,
que esperan la alborada
Nota: escrito en 2003.
Toutes les droites appartiennent à son auteur Il a été publié sur e-Stories.org par la demande de Sergio Navarrete Vázquez.
Publié sur e-Stories.org sur 19.12.2023.
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